Conocí a Pernelle a través de un amigo en común durante el verano de 2019. Nuestras charlas devinieron en cómo en las redes sociales se había intensificado la venta de la idea de felicidad, perfección, aventura, belleza, salud, etc, a través del bombardeo de imágenes de viajes a lugares paradisiacos, comidas exóticas, yoga, meditación, vida sana, todo intrínsecamente ligado a un tipo de cuerpo.

En medio de este bombardeo de los algoritmos encontramos un profundo agujero negro: que, aunque ya, algunas disidencias estaban capitalizando el poder de las redes para difundir sus narrativas políticas a través de lo visual, existían todavía infinidad de cuerpos que no tenían ninguna representación, que no estaban ni siquiera relegados a un segundo plano, sino que sencillamente no aparecían en ningún lado del espectro.

 Es a partir de estas conversaciones que, desde la fotografía de retrato, decido ensayar un relato visual en donde las sombras ocultan y las altas luces revelan, a cada paso del espectador, la información sobre este cuerpo femenino que se multiplica por sí mismo, y que nos deja entrever una historia que se construye de manera complaciente, al inicio, para terminar confrontando al observador con sus preconceptos, expectativas y prejuicios; visibilizando lo que soslaya nuestra sociedad, nuestra cultura y los algoritmos, estos últimos, quienes trazan, también, una hegemonía entre los cuerpos que toleramos ver y los que no.